martes, agosto 07, 2007

Formula 1

He de reconocer que estoy totalmente enganchado a la Fórmula 1.
Me fascina la tecnología que utilizan estos coches. Me encantan las rivalidades que se producen en la pista, con sus persecuciones, adelantamientos, estrategias, maniobras deportivas y antideportivas.
Además de todo esto, la Fórmula 1 tiene el valor añadido de que todas estas rivalidades no se quedan en el asfalto, sino que siguen en la sala de prensa, en el podium, en los garajes, y no se cortan un pelo aunque haya cámaras de televisión delante.
En mis oídos todavía suenan frases como:"lo has hecho a propósito"; "vete a cagar, gilipollas"; "en tu puta vida me hagas esto"; "y tú no me hables así en tu jodida vida"; "(Hamilton) ahora no se habla con nadie del equipo"; "parece que (Alonso) no me quiere hablar, aunque me da igual".
Disfruto enormemente con las imágenes de Alonso cariacontecido, de Hamilton mientras su padre le sujeta la sombrilla, o Ron Dennis llevándose las manos al rostro. Fantástico.
Lo único que le queda a la Fórmula 1 para transpasar la frontera entre realidad y mito es que lleguen a las manos, o que se forme un conflicto diplomático entre varios países (esto último lo deseo fervientemente).
La próxima cita de este apasionado mundial es el domingo 26 de agosto en Turquía.
No sé si podré esperar tanto.

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