lunes, junio 19, 2006

Relaciones Públicas: Un cuatrimestre tirado a la basura

Odio el tipo de profesores que tienen tanta ilusión por impartir clases como la ilusión de un reo condenado a muerte por zamparse su última cena.
Pongamos por caso Relaciones Públicas y su profesor Luis.
Yo tenía curiosidad por saber qué son las relaciones públicas, algo que siempre me ha sonado a repartir flyers chulísimos a la puerta de una discoteca de moda.
Pues bien, Luis, este buen hombre, llegó un día de febrero, entró en clase sin prisas, con un aspecto que podría definirse como un Santa Claus metido a gigoló; no le acompañaba nada, ni métodos de enseñanza audiovisuales, ni apuntes para seguir el desarrollo de la materia, ni tan siquiera micrófono.
Pronto nos dimos cuenta de que aunque su voz era grave el volumen que imprimía era casi imperceptible, y esto no hubiera sido una grave contrariedad a no ser por un pequeño problemilla de dicción que le impedía terminar las palabras o pronunciarlas de manera inteligible.
También con demasiada prontitud caímos en la cuenta de que por su boca no iba a salir nada de gran contenido didáctico, por el contrario daba mucha importancia a sus experiencias personales: sus viajes, sus cacerías, su visión del mundo, sus empleos, sus comilonas, sus borracheras y muchas, muchas pilinguis.
Y qué curioso, al poco tiempo también nos dimos cuenta que otro de sus rasgos más visibles era un desbordado absentismo escolar. En múltiples ocasiones se acusa a los alumnos de hacer pellas con demasiada frecuencia (uno de los principales motivos de cateo), pero es que Luis gigoló no apareció ni un 40 % de las horas lectivas, y estoy siendo generoso.
Lástima que este año se jubile, lo podía haber hecho el año anterior. Por otro lado, nos ha asegurado que es norma en la facultad que todo profesor que se jubila otorga aprobado general a sus alumnos y él no va a romper este acuerdo tácito, aunque para ello habrá que pasar su examen y no hacerlo demasiado mal (entonces que alguien me explique qué es un aprobado general).
El curso que viene, cuando tenga que elegir las asignaturas optativas me guiaré por tres parámetros: el nombre de la materia, los horarios y sobre todo por el profesor que la imparta.



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