domingo, agosto 20, 2006
Viajecito en barco

La verdad es que el mar puede ser muy traicionero. Otra tarde, estaba yo tan ricamente dándome un bañito, con la mar un poco picada, luchando para mantenerme a flote, esquivando las olas para que no me engulleran, cuando decidí que me volvía a la arena porque ya había gastado sufienten calorías peleando contra el agua. Justo cuando estaba saliendo, una ola traidora me atacó por la espalda con tal virulencia que me hizo perder el equilibrio, me tragó por completo y por último me escupió a la arena. Lo cierto es que perdí por unos segundos la noción del espacio y salí a gatas del agua precisamente en el momento en que pasaban por allí dos marujas, quienes muy amablemente se descojonaron de mi en mi cara.
No obstante echo de menos el mar, el olor a salitre y la brisa azotándome todo el cuerpo.