sábado, septiembre 30, 2006

Adiós septiembre

Se terminó el mes de septiembre. Esta mañana me levanté a las 5, y a las 6 entré al curro. El encargado repartió las tareas y comenzó el maratón de todos los días. Todo esto me parece que ocurrió hace miles de semanas.
Después del placentero mes de agosto, septiembre ha sido duro, muy duro. El trabajo físico que hay que realizar es brutal (no me quiero imaginar cómo será en navidad) y a esto hay que sumar las disputas entre compañeros. Esto es una cosa que nunca deja de sorprenderme. En todas las empresas, entre los trabajadores de rango más bajo, es decir los que generalmente están con la mierda hasta el cuello, siempre se intenta establecer una jerarquía en función de las razones más peregrinas: por antigüedad, habilidad, chulería, pasotismo etc. El resultado es que el compañerismo se va a freír espárragos. Por ejemplo, una compañera, a quien llamaré Gollum, encajaba con gran plasticidad en el modelo "voy a heredar la empresa". Gollum llegó de otra área. Era una trabajadora muy capaz, entusiasta, no escatimaba esfuerzos. Se presentó como la Juana de Arco del compañerismo, enarbolándo la bandera de la solidaridad. En breve comenzó a dar las pautas de trabajo al grupo (organización, puntualidad, rendimiento etc) y por lo bajini informaba a los jefes del resto de los trabajadores. Entonces llegó el momento por el que había soñado desde hacía meses: o la hacían indefinida o a la calle. Gollum estaba cerca de su tesoro, lo podia tocar con los dedos. Sin embargo , la empresa decidió mandarla a tomar por el culo (qué penita). Ser un comecolas o un lameculitos no te garantiza la estabilidad laboral, Gollum.
Ya sé que en todos los curros, abslutamente todos, pasan esta cosas, pero es que nunca deja de sorprenderme ni de cabrearme. Ahora sólo quiero que pase octubre y terminar el contrato y a otra cosa mariposa.



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