jueves, diciembre 07, 2006
Crítica literaria a las tres
Los lunes, martes y miércoles tengo una asignatura optativa que se llama Crítica Literaria y comienza a las tres.
Para llegar a esta clase a tiempo tengo que coger el autobús de las dos menos diez, lo que me obliga a comer a matacaballo a la una y media, más o menos.
Este autobus -el de las dos menos diez- tiene la particularidad de recoger pasajeros en el centro penitenciario.
La carretera que lleva hasta allá sólo tiene una acera y le ha crecido hierbajos todo lo larga que es. La iluminación es escasa. El asfalto está desgastadísimo y tiene pequeños socabones. Las zonas verdes están abandonadas, los árboles se han secado y donde antes había cesped, ahora crece maleza sin control. El aparcamiento, a pesar de ser enorme, casi nunca tiene coches, y parece haber tantos cráteres como en la luna. Desde el autobús, se ve una sala de espera decrépita, prematuramente envejecida.
Supongo que el mundo carcelario es tan grotesco que toda la realidad que lo rodea se deforma. O simplemente las AAPP se han olvidado de esa parte del mundo.
Para llegar a esta clase a tiempo tengo que coger el autobús de las dos menos diez, lo que me obliga a comer a matacaballo a la una y media, más o menos.
Este autobus -el de las dos menos diez- tiene la particularidad de recoger pasajeros en el centro penitenciario.
La carretera que lleva hasta allá sólo tiene una acera y le ha crecido hierbajos todo lo larga que es. La iluminación es escasa. El asfalto está desgastadísimo y tiene pequeños socabones. Las zonas verdes están abandonadas, los árboles se han secado y donde antes había cesped, ahora crece maleza sin control. El aparcamiento, a pesar de ser enorme, casi nunca tiene coches, y parece haber tantos cráteres como en la luna. Desde el autobús, se ve una sala de espera decrépita, prematuramente envejecida.
Supongo que el mundo carcelario es tan grotesco que toda la realidad que lo rodea se deforma. O simplemente las AAPP se han olvidado de esa parte del mundo.