lunes, diciembre 04, 2006

El olor de un hospital

El sábado por la mañana tuvimos que llevar a mi padre corriendo a urgencias del hospital porque se ahogaba y tenía vómitos. Los médicos dijeron que tenía un edema de pulmón. Eso unido a su historial de problemas de corazón hizo que se quedara ingresado en la ucc.
Cuando entras en un hospital, lo primero que te llama la atención es el olor. Es un olor tan fuerte y penetrante como la lejía. Además se confunde con el olor de medicamentos, de detergentes, de guantes de latex, de antibióticos, de ropa limpia sin suavizante, de betadine y de gasas. No es un olor agradable ni desagradable, es un olor sin rostro, no comparable con ningún otro. Es el olor de lo aséptico.
Mi padre ya le ha visto las orejas al lobo un par de veces. Cuando está ingresado en el hospital se vuelve muy sensato: dice que va a seguir las órdenes de los médicos (curiosamente el también lo es), que va a cuidarse, que no va a comer en exceso ni nada que tenga grasas de origen animal, que va a hacer más ejercicio, que va a adelgazar etc, etc, etc.



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