sábado, febrero 10, 2007
¿Por qué habríamos de creerle?

Durante los ocho años que trabajó al lado de Clinton se impulsaron acuerdos de libre comercio; se fomentó la industria del armamento; se amplió la venta de armas en el extranjero; se dio entrenamiento a militares y policías de Haití y Angola que posteriormente impusieron su ley de terror y torturas en sus respectivos países; se produjo un ataque a Irak el 23 de junio de 1993 en el que murieron ocho personas... etc, etc, etc.

Si la globalización no respeta los derechos de los trabajadores ni de los pequeños agricultores, mucho menos respeta la naturaleza. Las guerras y los ataques preventivos, a parte de la gran tragedia que son las víctimas, generan desastres ecológicos.
Entonces, ¿por qué habría de creer en las buenas intenciones de Al Gore?
Por cierto, este buen mozo ya ha sido propuesto para el nobel de la paz y para el premio príncipe de Asturias de la ¿concordia?