jueves, enero 03, 2008

La niña-esposa


El día que mi madre me dijo que quería que conociera a una persona, empecé a intuir cuál sería mi futuro en los meses siguientes. Comprendí que la presencia de aquel hombre significaba que en breve abandonaría mi familia y mi hogar, y con toda probabilidad también sería el fin de la escuela para mi.
Me llamo Ghulam, tengo once años y vivo en una aldea perdida de Afganistán. Somos una familia numerosa. Mi padre apenas trae dinero a casa para poder alimentarnos a todos. Así que ha dedido concertar mi matrimonio con Mohamed, un hombre de 40 años.
Sé lo que pasa en estos casos. Recuerdo que a mi prima le sucedió lo mismo, o a una compañera de escuela, a quien no hemos vuelto a ver.
Aunque mis padres no lo dicen, a las esposas-niñas les obligan a realizar trabajos forzosos, les tratan como esclavas, y las fuerzan a tener relaciones sexuales.
Tengo miedo. La presencia de este hombre me aterra; su mirada es fría; sus ropas están sucias y su boca desprende un desagradable olor a putrefacción. Sé que sus intenciones no son buenas. Me pregunto que será de mi.



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